
La breve historia del Polo Club du Domaine de Chantilly
Ubicado en la idílica campiña de Apremont, a solo 40 minutos del corazón de París, se encuentra uno de los campos de polo más emblemáticos de Europa: el Polo Club du Domaine de Chantilly.
Conocido hoy como un referente mundial del deporte, la trayectoria del club comenzó con una visión audaz de una de las figuras más influyentes de la historia del polo francés, Patrick Guerrand-Hermès. Más que un simple recinto deportivo, Chantilly se ha convertido en un referente cultural donde la tradición se une a la excelencia, y donde la élite mundial del polo se reúne cada año para competir, conectar y celebrar el deporte.
La historia del Club de Polo se remonta a 1995, cuando Guerrand-Hermès, ya un respetado mecenas y defensor del polo internacional, descubrió un terreno en La Ferme d'Apremont, una pintoresca finca rodeada de bosques y campos ondulados. Con la ayuda de un pequeño grupo de entusiastas afines, se propuso transformar este terreno en un destino de polo de primer nivel. La tarea no fue nada fácil. La infraestructura era mínima y la creciente población local dificultaba enormemente el espacio para estabular caballos. Con un espíritu de comunidad, los agricultores vecinos apoyaron la iniciativa cediendo espacio y recursos, un ejemplo temprano del espíritu de colaboración que definiría al club.
En 1996, el Polo Club du Domaine de Chantilly abrió oficialmente sus puertas, y con él, comenzó una nueva etapa en el polo francés. El proyecto no solo logró crear un recinto espectacular, sino que también sentó las bases para una serie de eventos que elevarían el estatus del polo en Francia a nuevas alturas. Chantilly rápidamente alcanzó reconocimiento internacional gracias a sus impecables campos, sus refinadas instalaciones y su proximidad al espléndido Château de Chantilly. Pero quizás aún más importante fue su atmósfera: una combinación única de excelencia deportiva, elegancia y camaradería.
Si bien el polo en Francia tiene raíces que se remontan a principios del siglo XX —con el barón Robert de Rothschild organizando algunos de los primeros partidos en estos mismos campos en la década de 1920—, fue la visión de Guerrand-Hermès la que realmente impulsó el renacimiento del deporte. Sus esfuerzos no se centraron solo en construir infraestructura, sino también en construir comunidad. Promovió el polo como un deporte inclusivo y familiar, y contribuyó a impulsar la siguiente generación de talentos franceses e internacionales.
Fue en el año 2000 que Guerrand-Hermès concibió lo que se convertiría en la joya de la corona de Chantilly: el Abierto de Francia. Celebrado anualmente en septiembre, este torneo de 16 goles de hándicap se convirtió rápidamente en la última y más prestigiosa etapa de la Triple Corona Francesa, tras la Copa de Plata y la Copa de Oro en Deauville. Con su alto nivel de juego, su hermoso entorno y su excepcional organización, el Abierto de Francia se ha convertido en una cita imprescindible del calendario mundial del polo.
A lo largo de los años, el torneo ha acogido a algunos de los nombres más célebres del deporte. Jugadores como Barto y Camilo Castagnola, Clemente Zavaleta, Santiago y Jota Chavanne, Alejandro Muzzio, Francisco Elizalde, Martincito Aguerre, Tomás Beresford, Guillermo Terrera, Tito Ruiz Guiñazú y Juan Gris Zavaleta han competido aquí. Sus equipos, respaldados por mecenas de renombre como Talandracas de Edouard Carmignac, Les Lions Panarea de Dillon Bacon, Marqués de Riscal de la familia Aznar, Sainte Mesme liderado por Birger y Robert Strom, Amanara de Nicky Sen, Majoa Paris de la familia Sztarkman, Le Pommeraye de Derek Smith y Marquard Media de Thomas Rinderknecht, han contribuido a que el Abierto de Francia sea no solo competitivo, sino también fascinante.
En 2011, Chantilly amplió su oferta competitiva con la creación del Open de Francia Femenino. Este torneo, que también se juega hasta 16 goles (hándicap femenino), se ha convertido en uno de los eventos femeninos más importantes de Europa, atrayendo regularmente a jugadoras de élite como Nina Clarkin, Lia Salvo, Caroline Anier, Lavinia Fabre y Naomi Schröder. Su participación ha aportado una nueva dimensión al club, reforzando su compromiso con la inclusión y el desarrollo de las mujeres en el polo.
Además de sus eventos principales, el club organiza una temporada completa de torneos y actividades de polo. Entre ellos, la Copa Patrick Guerrand-Hermès y la Copa de Naciones de Polo destacan como eventos destacados tanto para jóvenes promesas como para profesionales experimentados. Los campos también son un campo de entrenamiento predilecto para muchos de los mejores jugadores franceses, ofreciendo condiciones de primera clase para la práctica, el entrenamiento y la preparación de partidos de alto nivel. Sobre todo, el Polo Club Chantilly es uno de los clubes donde los programas de entrenamiento juvenil son tan importantes como las grandes Copas de Polo.
Los propios terrenos, con el telón de fondo histórico y arquitectónico del Château de Chantilly y su tradición ecuestre como telón de fondo, realzan la experiencia. Es habitual ver familias haciendo picnics al margen, invitados internacionales conviviendo en la casa club y caballos pastando tranquilamente en los potreros cercanos. El club ha logrado mantener un ambiente auténtico a la vez que evoluciona con el deporte.
Dirigido desde sus inicios por el director Philippe Perrier, y con los valores originales de Guerrand-Hermès aún en su esencia, el Polo Club du Domaine de Chantilly representa una singular combinación de tradición e innovación. No es solo un recinto, sino una institución viva en el mundo del polo.
Hoy, a medida que el club continúa creciendo en reputación y alcance, su misión sigue siendo clara: celebrar el polo al máximo nivel, nutrir a la próxima generación y ofrecer un espacio donde convergen el deporte, la cultura y la amistad. Ya sea para un gran torneo o para un tranquilo partido por la tarde, una visita a Chantilly siempre es más que un simple partido: es una experiencia, impregnada de historia y forjada por la pasión.